Francisco recibió el anillo de Pescador y el palio, los dos símbolos de la autoridad papal, al comienzo de la ceremonia solemne Luego ofició la misa en la que resaltó la necesidad de dedicarse especialmente a los más pobres e instó a los dirigentes mundiales a ser "custodios de la creación de Dios". "El verdadero poder es el poder de servicio", aseveró.
Decenas de miles de personas, entre ellas 31 jefes de Estado, asistieron a la misa de inauguración del pontificado del primer papa latinoamericano y primer papa jesuita de la historia.
El cardenal protodiácono, el francís Jean-Louis Tauran, fue el encargado de colocar sobre los hombros del nuevo Papa el palio (larga estola) de lana blanco con cruces rojas que perteneció a su predecesor Benedicto XVI hasta su renuncia el mes pasado. A continuación, el decano del colegio cardenalicio, Angelo Sodano, le puso el anillo del Pescador en el dedo anular de la mano derecha.
Francisco, que en menos de una semana ganó a los fieles con su sencillez y espontaneidad, eligió un anillo de plata, y no de oro. Los dos símbolos estaban guardados junto a la tumba de San Pedro, donde el nuevo Papa se recogió para orar antes de la ceremonia pública de "inicio del ministerio petrino del obispo de Roma" en la plaza.
Durante la misa, Francisco dijo que el poder del Papa es el servicio a los otros, "especialmente a los más pobres, los más díbiles, los más pequeños, el hambriento, el sediento, el forastero, el desnudo, el enfermo y el encarcelado".
"Ciertamente, Jesucristo ha dado un poder a Pedro, pero ¿de quí poder se trata? Nunca olvidemos que el verdadero poder es el servicio, y que tambiín el Papa, para ejercer el poder, debe entrar cada vez más en ese servicio que tiene su culmen luminoso en la cruz; debe poner sus ojos en el servicio humilde, concreto, rico de fe", afirmó el Papa en la homilía de la misa de inicio de pontificado.
Agregó que el Papa debe abrir los brazos para custodiar a todo el Pueblo de Dios y acoger con afecto y ternura a toda la humanidad, "especialmente los más pobres, los más díbiles, los más pequeños; esos a los que Mateo describe en el juicio final sobre la caridad: al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, al enfermo, al encarcelado".
El Obispo de Roma tambiín pidió a los responsables políticos y sociales que sean custodios de la creación y guardianes del medio ambiente.
"Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan puestos de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: seamos custodios de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del otro, del medio ambiente; no dejemos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro", afirmó en la homilía.
El papa Francisco señaló que para custodiar, tambiín los hombres tienen que cuidarse de ellos mismos.
"Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia, ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura", dijo Francisco.
El Papa precisó que la vocación de custodiar no sólo atañe a los cristianos, sino que corresponde a todos, "es custodiar toda la creación, la belleza de la creación, como se nos dice en el libro del Gínesis y como nos muestra san Francisco de Asís: es tener respeto por todas las criaturas de Dios y por el entorno en el que vivimos".
"Es custodiar a la gente, el preocuparse por todos, por cada uno, con amor, especialmente por los niños, los ancianos, quienes son más frágiles y que a menudo se quedan en la periferia de nuestro corazón", destacó.
El Papa aseguró que cuando el hombre falla en esa responsabilidad, "cuando no nos preocupamos por la creación y por los hermanos, entonces gana terreno la destrucción y el corazón se queda árido".
"Por desgracia, en todas las ípocas de la historia existen Herodes que traman planes de muerte, destruyen y desfiguran el rostro del hombre y de la mujer", manifestó.
El Sumo Pontífice exhortó a los fieles a no tener miedo de la bondad, de la ternura, que -dijo- "no es la virtud de los díbiles sino más bien todo lo contrario, denota fortaleza de ánimo y capacidad de atención, de compasión, de amor".
Fuente: c3m.com.ar