Pyongyang había prometido a EE.UU. un “regalo de Navidad” si no había progreso en el levantamiento de sanciones estadounidenses por su programa nuclear. Por eso, los oficiales de inteligencia y militares estadounidenses encargados de rastrear la actividad de Corea del Norte se preparan por estos días para una inminente prueba de misiles balísticos intercontinentales, capaces de llegar hasta las costas estadounidenses. Esto después de que el operador satelital Planet Labs Inc. captara el jueves una imagen que muestra actividad en un emplazamiento norcoreano vinculado a la producción de misiles de largo alcance, según informó el domingo NBC News.#
Si Corea del Norte lleva a cabo la prueba de misiles en los próximos días, sería un retroceso para la iniciativa de política exterior más destacada de la administración de Donald Trump. Sin embargo, los funcionarios parecen estar resignados al hecho de que el mandatario republicano tiene pocas opciones de detenerlo. Aunque se le ha bajado el perfil a las últimas amenazas, pruebas similares realizadas hace dos años llevaron a Trump a decir que podrían terminar incluso en una guerra.
El líder estadounidense suele referirse a la suspensión de misiles de largo alcance y las pruebas subterráneas en los últimos dos años como evidencia de que su diplomacia directa con Norcorea está funcionando. Sin embargo, el discurso del gobierno ha cambiado en los últimos meses.
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Según contaron oficiales estadounidenses al New York Times, si Kim reanuda las pruebas, significa que se siente atrapado, porque asume que Washington no levantará las sanciones sobre su empobrecido país en el corto plazo.
Los militares contaron al periódico estadounidense que no hay planes de destruir el misil en la base de lanzamiento o interceptarlo en el aire, y aún no se sabe si el Comando Cibernético militar intentará sabotear los lanzamientos a distancia, como lo hicieron durante el gobierno de Barack Obama.
Implicancias para Trump
Detrás de las recientes amenazas se esconde algo más grave. En los 18 meses que han pasado desde que Trump y Kim se reunieron por primera vez en Singapur, Corea del Norte ha reforzado su arsenal de misiles y material nuclear utilizado para la construcción de bombas, desde que Trump anunció en Twitter tras el encuentro que “ya no hay una amenaza nuclear de Corea del Norte”.
La escalada de las pruebas balísticas dejará al Presidente de EE.UU. sin mucha opción. Podría repetir las amenazas de acción militar de fines de 2017, pero generaría una sensación de crisis en el año en que busca la reelección, lo que podría costarle votos y arriesgar un conflicto real con los norcoreanos.
Para evitar eso, podría enfrentar las nuevas provocaciones agravando las sanciones existentes, esperando forzar a Corea del Norte a abandonar su proyecto de crear un misil nuclear capaz de llegar a EE.UU. continental, obra que vienen trabajando hace décadas.
Fuente: c3m.com.ar