En un marco de paulatina reapertura de actividades en gran parte del país tras las fuertes restricciones para prevenir los contagios de Covid-19, INDEC aseguró que la cantidad de precios relevados en junio fue superior a la de mayo y que la única división que debió imputarse por el nivel general fue Restaurantes y hoteles, debido a que la mayoría de los locales que la integran permanecieron cerrados.
Paralelamente, el incremento en vestimenta fue explicado, en buena parte, por un factor estacional relacionado con el inicio de la temporada de invierno. Precisamente, los precios estacionales en su conjunto subieron un 4,8% según los datos oficiales, por encima del Índice de Precios al Consumidor (IPC) general.
Por el contrario, se registró una suba de apenas 0,7% en los precios regulados por el Gobierno. Entre ellos se ubican las tarifas de los servicios públicos, que permanecen sin grandes cambios desde hace casi un año y se prevé que seguirán sin variaciones relevantes en los próximos meses.
En tanto que, los precios en alimentos y bebidas, el rubro de mayor incidencia en el IPC, treparon solamente un 1%, aunque se registró una aceleración respecto al 0,3% de mayo.
En el Gran Buenos Aires (GBA), los productos alimenticios que más aumentaron fueron algunas verduras. El tomate redondo subió un 11,1%, el zapallo anco un 5% y la cebolla un 3,7%. De manera inversa, se exhibieron contracciones en los valores de otras verduras, como la naranja y la papa, y en lácteos, fideos secos y aceite de girasol.
Desde la consultora Ecolatina dijeron hace algunos días a ámbito que la escasa variación el segmento de alimentos respondió, por un lado, al poco movimiento en los costos de las empresas ya que el dólar oficial se mantuvo relativamente controlado y no hubo aumentos tarifarios ni salariales y, por otro lado, a que el ajuste de precios en el rubro se dio en la primera parte del año y ahora los valores se acomodaron “para no quedar tan desfasados”.
A partir de su propio relevamiento, Ecolatina observó que, durante el último mes, cambió la dinámica inflacionaria; mientras los bienes esenciales subieron poco, artículos “de lujo”, como equipos electrónicos y artefactos para el hogar, se aceleraron tras la decisión del Banco Central (BCRA) de obligar a las empresas a importar con dólares atesorados previamente y prohibirles el acceso al MULC, medida que luego tuvo que rectficar la autoridad monetaria.
El sector privado había estimado una inflación menor al 2%, por lo cual la cifra oficial se ubicó por encima de las expectativas. Cabe recordar que en abril y mayo, los precios habían subido un 1,5%. De esta manera, en el segundo trimestre se acumuló una inflación del 5,3% mientras que la semestral alcanzó el 13,6%. Las cifras fueron las más bajas, para ambos períodos, desde comienzos de 2017, cuando se había observado una inflación trimestral del 5,2% y una semestral del 12%.
Por su parte, la inflación interanual fue del 42,8%. Según el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) publicado por el BCRA, el mercado espera que los precios se aceleren en los próximos meses para estabilizarse, a partir de octubre, en torno al 4%, para redondear una inflación anual del 40,7% para 2020.
La mayoría de los economistas sostiene que las variables clave para el análisis de cara al futuro son la duración de la cuarentena, la evolución de los precios regulados y el manejo del tipo de cambio. Respecto a este último punto, un exitosa reestructuración de la deuda externa ayudaría a calmar las expextativas de devaluación y, por ende, la presión sobre la inflación.