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Milei camina sobre la cornisa en busca de la nueva era.

Por: Darío H. Schueri – Desde Santa Fe

Antes de que asumiera decíamos en estas páginas que Javier Milei arrancaría con todos los plazos vencidos. Hoy nos animamos a advertir que ya está jugando tiempo de descuento en un partido que apenas arrancó.

El Presidente Javier Milei no tiene que cambiar solamente una concepción fiscal, monetaria, en definitiva económica, sino que debe reformatear de manera simultánea e imprescindible el atavismo cultural que moldeó el “Ser Argentino” a través de décadas de un simulado “Estado de bienestar”, que por sus desembozos de corruptela y despilfarro demagógico – o populista como gusta decir ahora – desembocó en el profetizado desastre con el que se encontró.
Contradictoriamente algunos que se oponen a ciertas desregulaciones, ni siquiera reparan en que son normas de gobiernos de facto que ideológicamente combaten. La mayoría de las normas fueron dictadas en democracia, no para proteger y ayudar a industrias y consumidores, sino para luego poder cobrarles peaje, sea monetario, político ó electoral a los supuestos beneficiarios, que terminaron transformándose conscientes o inconscientemente, en mansos rehenes de un perverso sistema, que favoreció quizás a muchos privados y enriqueció paralelamente a otros tantos hombres del Estado, pero empobreció a la mayoría.

El primer paso de mostrarle a la sociedad que se puede vivir libre de esos supuestos beneficios de un falso “Estado presente” fue dado. La mayoría no entiende bien de que se trata, pero presupone que debe ser bueno puesto en boca de alguien a quien votaron porque le creyeron.
El desafío del flamante Presidente es lograr que el exagerado paternalismo estatal, que en definitiva maquillaba de manera carísima la impostura de una cada vez más decadente sociedad a un costo ya imposible de sostener por el Estado no termine, con la drástica ausencia del mismo, dejando a la sociedad expuesta a las pragmáticas fuerzas del anarco capitalismo de la noche a la mañana, hundiéndola aún más.

¿Y ahora qué?.

El problema de Milei es que sospechando – quizás con acertada desconfianza – que si enviaba al Congreso un paquete de leyes, éstas dormirían el sueño de los justos en comisiones y faltas de quórum para sesionar, y se le acabaría el ya inexistente período de gracia, optó por la espectacular y riesgosa firma de un “Mega DNU” que hasta los propios constitucionalistas ideológicamente afines señalan indulgentemente como desatinado.
La realidad indica que desatar el nudo gordiano que se fue fortaleciendo con el paso del tiempo, necesita de una paciencia republicana que Milei demostró no tener. Intentó cortarlo con un cuchillo; y eso no es posible. El “Mega DNU” lo dejó a las puertas de transformarse en un tirano que se arroga la suma del poder público.
Es de suponer que sus socios políticos del PRO y radicales más o menos aliados aunque sea para no quedar mal con la sociedad, lo hagan volver sobre sus pasos para encarar las cosas como corresponde: a través de las vías republicanas y el sabio ejercicio del diálogo, virtud por la que Milei nunca demostró demasiado apego.

Un constitucionalista explicaba por televisión que de las 300 normas que Javier Milei intenta derogar a través del Mega DNU, al menos unas 120 tendrían razonabilidad. Un paso para comenzar a desatar el nudo.

Una cosa es cierta – y de allí la desesperación de sectores políticos y organizaciones sociales – el camino emprendido no tiene reversa. Mucho de lo que fue, está visto que ya no será.
Para ello, Javier Milei y el Ministro de Economía Luis “Toto” Caputo tendrán que asegurar el otro caballete que sostiene el andamio: la economía.
Otro atisbo de devaluación y el país entraría en un espiral de caos y violencia social.
La tolerancia está al límite; con la fenomenal recesión que sobrevendrá sólo el espíritu esperanzado de una población que estaría dispuesta a sacrificarse en pos de un futuro previsible (y libre de kirchnerismo) sostendrá al Presidente en su misión.
Así de dramático es el destino de Argentina.

Pullaro la vió

El gobernador santafesino Maximiliano Pullaro advirtió que el millón de votos que sacó en la Provincia era porque encarnaba el cambio que luego entronaría a Milei (quien lo superó en cantidad de votos). Y con el inestimable paraguas nacional puso manos a la obra al día siguiente de jurar: en dos semanas el parlamento santafesino sancionó más leyes que en casi todo el año. Y quedan pendientes para el año que viene otras no menos profundas. Además dictó decretos y encaró transformaciones en el Estado que muestran “otro estado de cosas”, que como siempre ocurre, el tiempo hablará sobre sus certezas.
“El DNU del gobierno nacional tiene iniciativas que van en el camino correcto y benefician a la producción, y estaríamos en condiciones de acompañar, y otras que no están claras, o que pensamos que no tienen ninguna incidencia o mejora real para la vida cotidiana de los argentinos”. Además, esperaba que entre las primeras medidas de una agenda de cambios hubiera una reforma impositiva por ley que incluyera una rebaja de impuestos a la producción. Como es el caso de las retenciones al campo, fundamental para el interior del país y, particularmente, para Santa Fe”, se plantó el gobernador santafesino.