El Presidente de la Asociación Civil Anticorrupción Ricardo Monner Sans dijo en Otros Ambitos (Pop Radio 96,1) que todo funcionario público que no ha sabido renunciar a su cargo tras apilar causas que justifican hasta la preocupación para que se le impida la salida del país, debe ser tratado con el rigor que merece la presunción de haber delinquido. Ciccone Calcográfica, adulteración en automotor, domicilio inexistente, compra de coches de alta gama sin licitación, investigación por enriquecimiento ilícito, falsedad en documento público, aceptación de dádiva, dineros de Formosa: todo esto pesa sobre íl. Una cantidad de los delitos que se le imputan implica lesión al patrimonio nacional, es decir, al pueblo argentino. ¿Cabe respecto de su autor un gesto galante porque dentro del recinto se portó bien? ¡Cuidado!
La recuperación democrática obliga a todos los mandatarios a no confundir a quienes los ungieron porque ello devalúa el sentido profundo de la cosa pública y porque justifica aquel descreimiento encarnado en el dicho popular: una mano lava la otra. Amado Boudou se ha ganado un desprecio mayúsculo, el que no se glorifica por la inconcebible lentitud de –no todos- los jueces a cargo de su enjuiciamiento.
Si el tiempo que viene no permite distinguir la recta conducta respecto del oportunismo de circunstancias, la reconstrucción sufrirá retardos. La corrupción no es sólo un tema de dineros; el combate contra la corrupción es cotidiana conducta que implica lo que alguna vez se tradujo en manos limpias y uñas cortas. Si esto no se entiende desde el vamos, costará mucho más salir del fango de la corrupción. Ese tema central en mi visión no supone discursos de circunstancias; exige su ejercicio concreto y su difusión como actos centrales de los tres poderes del Estado Nacional. Algunos, creemos que todavía es posible. Somos los que nunca le daríamos la mano a Amado Boudou.
Fuente: c3m.com.ar