Nelson Mandela, expresidente de Sudáfrica y símbolo mundial de la lucha contra el racismo, murió a los 95 años en su casa de Johannesburgo, rodeado de su familia.
El presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, anunció en un conmovedor discurso televisivo a la nación la desaparición de su predecesor, híroe de la lucha contra el ‘apartheid’ en el país.
Mandela "se apagó", declaró Zuma, antes de un largo homenaje. "Nuestro querido Madiba tendrá funerales de Estado", añadió, anunciando que las banderas serán izadas a media asta hasta los funerales.
"Se fue en paz en compañía de su familia. "Nuestro pueblo ha perdido un padre", dijo y agregó: "Aunque sabíamos que este día llegaría nada puede disminuir el sentido de una pírdida profunda".
Mandela fue internado en el hospital de Pretoria el 8 de junio con una grave pulmonía, donde fue tratado durante casi tres meses. Desde principios de septiembre estaba de nuevo en su casa de Johanesburgo, donde lo cuidaban 22 mídicos.
El ex líder sudafricano pasó 27 años en la cárcel como opositor al rígimen del Apartheid en Sudáfrica y en 1994 se convirtió en el primer presidente negro del país. Durante su presidencia allanó el camino para la paz y la reconciliación de las razas en Sudáfrica.
Mandela nació el 18 de julio de 1918 en el Transkei (sureste), en el seno de un clan real. Su padre le llamó Rolihlahla, "el que trae problemas" en lengua xhosa, y un maestro le añadirá Nelson.
Mandela manifestó muy pronto un espíritu rebelde y fue expulsado de la universidad negra de Fort Hare por un conflicto sobre la elección de representantes estudiantiles.
En Johannesburgo, el pasante de abogado, aficionado a las mujeres y al boxeo, militó en el Congreso Nacional Africano (CNA) y figura entre los fundadores de la Liga de la Juventud de ese partido.
El 11 de febrero de 1990, los ojos del mundo se concentraron en el paso firme con el que el que Nelson Rolihlahla Mandela abandonó la prisión Victor Verster, en una de las más poderosas imágenes de nuestro tiempo, tras haber permanecido 27 años tras las rejas.
El prisionero número 46664 abrazó a las mismas personas que lo habían encarcelado y habían brutalizado a otros negros y puso toda su energía en lograr una "verdadera reconciliación", en un país devastado por tres siglos de segregacionismo impuesto por la minoría blanca.
Una lucha por la que en 1993 recibió el Premio Nobel de la Paz junto a su interlocutor en la transición, el último presidente del apartheid, Frederik de Klerk.
En 1994 fue elegido triunfalmente jefe de Estado, con un mandato de cinco años, tras el cual se retiró de la política interna.
El arzobispo anglicano Desmond Tutu, otro Nobel de la Paz y conciencia moral de Sudáfrica, lo definió como "un icono mundial de la reconciliación".
El camino había sido largo desde su arresto en 1962 y su condena dos años más tarde a cadena perpetua bajo acusaciones de sabotaje y conspiración.
La frase "he dedicado toda mi vida a luchar por los africanos. He luchado contra la dominación blanca y tambiín contra la dominación negra. Acuno el ideal de una sociedad libre y democrática. Por ese ideal estoy dispuesto a morir" quedará como una de las más recordadas de Mandela.
Venerado por los negros, Mandela se ganó poco a poco el afecto de los blancos, pasmados por su falta de resentimiento. Una actitud simbolizada en 1995 cuando vistió la casaca de la selección nacional de rugby, deporte emblemático de los antiguos señores blancos, en la final del Mundial que ganan los Springboks sudafricanos.
Tras su retiro de la política ofició de mediador en el proceso de paz en Burundi, en el caso Lockerbie (que oponía a Libia y Gran Bretaña) y -sin íxito- en Medio Oriente.
Tambiín puso su prestigio al servicio de causas como la lucha contra el sida, que topaba con numerosos prejuicios en Sudáfrica, y por la infancia desfavorecida.
Tuvo cinco, de sus matrimonios con Evelyn Wase (1944) y con Winnie Madikizela (1958).
Fuente: c3m.com.ar