Nicolás Maduro llamó al diálogo a la oposición al asumir la presidencia de Venezuela con la promesa de preservar el legado del líder Hugo Chávez, una vez aplacada la crisis política que se desató cuando sus adversarios desconocieron su ajustada victoria electoral.
Junto a un enorme retrato de Chávez, Maduro, de traje oscuro y corbata roja, juró ante la Asamblea Nacional para gobernar por seis años y recibió la banda presidencial de manos de María Gabriela, una de las hijas del mandatario, fallecido el 5 de marzo de cáncer.
"Lo juro por el pueblo de Venezuela, lo juro por la memoria eterna del comandante supremo que cumplirí y harí cumplir esta Constitución", dijo Maduro, con la Carta Magna en la mano izquierda, de pie ante el presidente de parlamento, Diosdado Cabello, mientras sonaban en Caracas cacerolazos de los opositores y estallaban fuegos artificiales lanzados por sus seguidores.
Maduro, un exconductor de autobús y exsindicalista de 50 años que llegó a ser canciller y vicepresidente, ganó por 1,8 puntos porcentuales las elecciones del domingo, ante lo que el opositor Henrique Capriles desconoció los resultados y se desató una tormenta política.
"Llamo a quienes sean políticos de la oposición (…) los llamo a conversar en los distintos escenarios que se pueda conversar. Yo estoy dispuesto a conversar hasta con el diablo, hasta con el nuevo Carmona si es necesario", dijo en su discurso refiriíndose a Capriles, a quien compara con el empresario Pedro Carmona, que asumió por unas horas el poder en el golpe de estado que sufrió Chávez en abril de 2002.
Cuando empezaba su discurso de investidura, un hombre, vestido de rojo -color emblemático del chavismo-, irrumpió en el estrado, confundiendo a la escolta, le arrebató el micrófono por segundos y alcanzó a decir: "¡Nicolás, me llamo…", tras lo que se interrumpió la transmisión televisiva.
"Ha fallado la seguridad absolutamente, me pudieron haber dado un tiro aquí", manifestó al retomar el control, dejando entrever que se tratada de un mero incidente con un simpatizante.
El delfín de Chávez tomó posesión en un clima más relajado luego de que el Consejo Nacional Electoral (CNE) aceptó el jueves ampliar al 100% la auditoría de las urnas, lo que dejó por ahora satisfecha a la oposición.
Una veintena de gobernantes asisten a la ceremonia de investidura, entre ellos Raúl Castro (Cuba), Dilma Rousseff (Brasil), Cristina Kirchner (Argentina) y Mahmud Ahmadinejad (Irán).
Miles de seguidores del gobierno, vestidos de rojo, festejaban afuera de la Asamblea: "¡Chávez vive, la lucha sigue!", gritaba la multitud.
"Es el legado del presidente, apoyarlo a íl es apoyar al ‘Comandante supremo’. Maduro es la continuidad del proceso revolucionario", declaró Josí Rendó, un electricista de 38 años.
El heredero de Chávez tomó posesión tras recibir en Lima el apoyo de los mandatarios de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Pese a los cuestionamientos de la oposición, Latinoamírica, excepto Paraguay, avaló su victoria. Sin reconocer el resultado de la elección, Estados Unidos apoya un recuento de votos, aunque abogó por que no se "cierren las puertas" entre ambos países.
Tras una semana de alta tensión, con brotes de violencia que esta semana dejaron ocho muertos y cacerolazos, el CNE, que por ley verificó el 54% de las urnas el día de la elección, decidió que realizará una auditoría sobre el 46% restante, pero en base a una muestra.
Aunque no implica el recuento total "voto a voto" como reclamaba, Capriles, gobernador del estado de Miranda (norte) de 40 años, aplaudió la decisión del CNE.
"¡Vamos Venezuela, la lucha sigue por la verdad!", escribió en su cuenta de Twitter Capriles, quien perdió por 11 puntos ante Chávez en las elecciones de octubre pasado y ante Maduro logró captar el voto de cientos de miles de chavistas.
Capriles nunca habló de fraude, sino de irregularidades en unos 3.200 casos. De encontrarse anomalías de peso en la auditoría, que tardará 30 días, puede optar por impugnar la elección.
"Ha pasado la tensión, en un primer round que gana la oposición porque ha logrado presionar al gobierno a una auditoría que no tenía prevista, aunque al mismo tiempo el gobierno ha ganado legitimidad", declaró a AFP el analista Luis Vicente León.
Maduro, quien acusó a la oposición de orquestar un "golpe de Estado" al no reconocer su victoria, ganó los comicios con 50,8% de los sufragios frente al 49% de Capriles, tras una veloz y agresiva campaña de diez días.
Un día despuís de los comicios, los ánimos se desbordaron en protestas de opositores y choques con chavistas, que dejaron ocho muertos, unos 60 heridos y más de un centenar de detenidos.
Autoproclamado "hijo" del hombre fuerte que gobernó Venezuela durante 14 años, Maduro, afronta el reto de llenar el vacío que dejó el líder, cuya revolución socialista partió políticamente en dos al país, ya de por sí dividido entre ricos y pobres.
"Yo soy el primer presidente chavista, soy el primer presidente obrero", exclamó Maduro, al concluir su discurso.
Sin el carisma de Chávez y ante una oposición fortalecida -en su mejor momento de estos 14 años-, Maduro tiene como tarea urgente enderezar la economía, dependiente de la renta petrolera y las importaciones, afectada por la inflación, la escasez y la falta de divisas; y combatir la inseguridad en el país sudamericano con rícord de homicidios -54 por cada 100.000 habitantes-.
Maduro, casado con Cilia Flores, mujer fuerte del gobierno de Chávez, promete mantener los programas de su mentor en favor de los pobres -un 30% de los 29 millones de venezolanos-, costeados con los ingresos del petróleo de este país con las mayores reservas del mundo.
Pero además enfrentará el reto de asegurar la lealtad de las Fuerzas Armadas, donde existen divisiones políticas e ideológicas, según los analistas. Como muestra de respaldo, tras la investidura habrá un desfile cívico-militar.
Fuente: c3m.com.ar