Guillermo Dietrich, funcionario que tiene a su cargo las políticas de transporte terrestre, aéreo y marítimo, ama andar en bicicleta. Es común verlo por las calles de Buenos Aires en su bicicleta negra y llegar con su casco a las reuniones de gabinete. Sostiene que siempre anduvo en bicicleta y que lo seguirá haciendo. Considera que lo ayuda a ver la ciudad y a tomar contacto con la realidad.#
No es un testigo pasivo, habla con la gente y no duda en llamar a las autoridades de la Capital si ve por ejemplo un bache. Al llegar al piso 12 del Palacio de Hacienda llama la atención que las puertas están abiertas y se puede acceder a su despacho sin problemas.
No le gusta que le diga “ministro” prefiere que lo llamen “Guillo” y admite que es una lucha cotidiana no ceder al “canto de sirenas” que se escuchan al tener un alto cargo.
Lo que iba a ser un tradicional reportaje sobre temas de su cartera se convirtió en una charla sobre el poder, el futuro electoral, su convicción de que Cambiemos es diferente a todos los partidos políticos existentes.
El titular de la cartera de Transporte en una charla intima, deja al desnudo el pensamiento que constituye la base de trabajo de Cambiemos y que explica por qué están tan convencidos que a pesar de la mala performance económica, van a ganar las elecciones.
Periodista: La oposición dice que el gobierno no escucha, que está cerrado…
G.D.: Es exactamente al revés. El problema es que el círculo del poder en Argentina estaba totalmente encapsulado. Eran siempre los mismos, entre los empresarios amigos, los que tenían los privilegios, esos son los que te dicen: “Flaco tenés que abrirte, para meternos adentro”. La realidad el 90% de la gente que viene hoy al Ministerio de Transporte antes nunca estuvo. Lo que está cerrado es esa práctica que nos llevó a esto, ese acuerdismo, el problema no es una cuestión de personas, sino de valores. La realidad es que ese sector que manejó Argentina, fueron siempre los mismos, estaban con Menem, con Duhalde con Kirchner, iban, venían…
P.: ¿Usted se refiere a empresarios y sindicalistas?
G.D: Acotemos a la política, los que nos dicen “se tienen que abrir más, tienen que hacer acuerdo”. Con quién? ¿Con Alberto Fernández el que antes estaba con Massa y ahora esta con Cristina? Te fuiste porque eran todos los ladrones y ahora volviste y decís que Massa tiene la misma visión que Cristina. Es una calesita de un grupo que manejó la Argentina, que a mi entender la destruyó y que ahora te dice que para resolver los problemas de Argentina los tenemos que llamar. Es más, sostienen que nuestros problemas son justamente porque no los llamamos. La realidad es que nosotros tenemos una excelente relación con el 80% de los gobernadores del país. Nuestros equipos se sientan a trabajar con los equipos de cualquier gobierno provincial para mejorar las cosas ¿Eso no es ser abierto?
P.: ¿Entonces por qué les critican que son cerrados?
G.D.: Lo que te dicen que tenés que hacer un acuerdo son los tipos que nunca dejaron a entrar a nadie. De hecho, la mirada era que Argentina no se puede gobernar sin el peronismo. Nosotros hicimos otro camino muy distinto y virtuoso. El principal cambio es de valores y los valores que son algo intangible es una pelea de frente contra la corrupción, contra el narcotráfico, contra los privilegios y la impunidad. Es un Estado que empieza a interactuar con la sociedad de una manera distinta. Si uno quiere cambiar tiene que cambiar incluso las cosas que no te convienen, al menos en el corto plazo. Hay un choque cultural de dos miradas de cómo se administra el poder, de ese poder para servir o para ser servido. Y hasta ahora la lógica era “Yo llego al Poder, el Estado me sirve a mí, me enriquezco, pongo a mis familiares, a mis amigos, hago todo lo quiero, el chofer le lleva la comida a mi pajarito a la chacra de Zarate”. Versus a un espacio que nos unen los valores, somos Lilita, Macri, y un montón de nosotros que creemos que el Estado está para servir. Y para servir tenés que pelearte con todas estas mafias que son las que tienen de rehenes a la gente. Este es nuestro camino. Nos sentamos a dialogar con quien quiera, pero nosotros somos lo que somos y si por una cuestión utilitarista de corto plazo nos asociamos con todos, dejamos de ser lo que somos. Si perdemos nuestra identidad, no tenemos razón de ser.
P.: Pero la Argentina necesita hacer profundas reformas que no parece que puedan llevarse a cabo con un solo partido. ¿No cree que será necesario llevara adelante un acuerdo amplio?
G.D.: Hay quienes nos dicen que no sabemos hacer política, que no entendemos la rosca. Y la realidad es que en 2002, de la nada, vimos que era necesario cambiar el país en base a convicciones. En 2015 todos nos decían que teníamos que aliarnos con (Sergio) Massa porque si no perdíamos y dijimos que no, no por una cuestión electoral, sino por una cuestión de convicciones, de valores. Y se vio que Massa piensa distinto a nosotros, aunque en realidad no se sabe qué piensa Massa. En cambio, Macri siempre piensa lo mismo. Yo creo que, contrariamente a lo que se cree, hicimos transformaciones muy profundas. El acuerdo fiscal que hicimos es muy importante, porque lo logramos por consenso. Entonces nos dicen, tenés que acordar con alguien para hacer transformaciones más profundas. ¿Con quién lograremos ese acuerdo para hacer las cosas que no se hicieron? ¿Con el peronismo que cuando tuvo control de las dos cámaras no las hizo? En el acuerdo fiscal se hizo un avance muy grande. ¿Es el suficiente? Es el posible en la instancia en que estábamos y es superior a todo lo que se hizo anteriormente. Y a pesar de la crisis, lo hemos mantenido y a partir del primero de enero nuevamente hay una baja en las cargas patronales para los sueldos, en los ingresos brutos. Salvo la excepcionalidad temporaria de las retenciones (a la exportación), hay una baja de impuestos y seguimos sistemáticamente haciendo un Estado más chico que es la condición necesaria para después bajar impuestos. Le estamos cambiando la vida todos los días a cientos de miles de personas en un montón de cosas rompiendo privilegios.
P.: ¿A pesar de que los indicadores económicos son tan negativos?
G.D.: No es a pesar, todo está relacionado. Porque como estamos haciendo cambios profundos hay muchos que saltan y dicen, “che a esto hay que matarlo porque si no se nos acaba el negocio que tenemos”. Por otro lado, hay problemas imprevistos como la sequía o la crisis internacional…
P.: Pero también hubo errores en el tema económico…
G.D.: No creo que los errores sean la causa de la situación. En ningún proceso hay posibilidades de que no haya un error de nadie. Pero la realidad es que como no estás tomando atajos, no estás tapando los problemas, por ejemplo, faltan dólares y ponemos un cepo. Hay problemas estructurales que hay que resolverlos porque son muy destructivos. Existe una agenda de trabajo que la gente ve. Eso no significa que digan que está todo espectacular. La gente dice hasta ahora me jorobaban la vida, pero ahora hay gente que no me joroba, que no me persigue, entonces las cosas deberían andar mejor. La gente tiene mucha esperanza, por esto, por una cuestión de valores. Y no por una cuestión de resultados, porque los resultados son parte de un proceso y los procesos llevan tiempos. Obviamente, siempre hay atajos y la Argentina los vivió todos y con el kirchnerismo ni que hablar.
P.: Se dice que ustedes impulsan la polarización entre Macri y Cristina ¿Es cierto?
G.D.: Esa idea responde a quienes creen que la dirigencia le pueden decir a la gente lo que tiene que pensar: es Macri o Cristina y no hay otra opción. Es al revés, es lo que la gente tiene en su mirada. Es la gente la que nos eligió a nosotros porque nosotros representamos lo que piensan. Los que quieren un cambio de valores en la Argentina son una cantidad suficiente para ganar una elección. Es una mayoría que se hastió de un sistema de privilegios para unos pocos que se exteriorizó mucho con el kirchnerismo pero que no fue muy distinto al menemismo. El kirchnerismo perdió totalmente la impunidad, totalmente los filtros y avanzó sobre todo, pero la corrupción no nació con el kirchnerismo.
P.: ¿Ustedes son la contracara del deterioro institucional?
G.D.: Cien por cien. En Suiza no sé si tendríamos un diferencial. Estas dos expresiones políticas representan lo que quieren dos grupos importantes de gente en la Argentina.
P.: ¿No cree que hay votantes de Cambiemos que hoy están decepcionados? Y ese voto ¿dónde puede ir?
G.D.: Que no hayas alcanzado las expectativas no significa necesariamente que no te vuelvan a elegir. Muchas veces los decepcionados en el fondo nos reprochan la falta de velocidad en las transformaciones que no siempre dependen de nosotros. Porque la realidad es que en la Argentina siguen existiendo fuerzas políticas muy importantes que siguen queriendo que vuelva ese sistema de privilegios, de impunidad, de narcotráfico, la puerta giratoria donde el victimario es la víctima, todas estas cosas.
P.: ¿Se pueden hacer transformaciones profundas en cuatro años?
G.D.: La democracia establece un período que no siempre alcanza. Por ejemplo la tentación del déficit fiscal. Si tenés cuatro años de gobierno, qué incentivo tenés como para no derrochar todo, total el problema se lo va a llevar otro. Se requiere una maduración de la clase dirigente y eventualmente de la ciudadanía. En la Argentina hubo una maduración de la clase dirigente en este aspecto, sino no se hubiese votado un presupuesto equilibrado.
P.: Sin embargo, ya hay proyectos para frenar los aumentos de tarifas…
G.D.: Sí, pero no son la mayoría, son de los impresentables de siempre. La democracia entra en conflicto con los populismos pero también es cierto que estamos en un punto de inflexión con los mecanismos de información, con todo lo que son las redes, con la potencia que toma el individuo. Estamos en un cambio que tiene un montón de interrogantes. Independientemente, tenemos que gobernar, hacer las cosas lo mejor posible y tratar que nos reelijan. Y creo que es un desafío hacer las cosas pensando en el hoy porque si no pasan dos cosas. Por un lado no las hacés porque estás pensando después de ser ministro de Transporte quiero ser…y por otro no disfrutas lo que estás haciendo.
P.: ¿Puede perder Macri en las próximas elecciones?
G.D.: No. Estoy convencido que va a ganar. Tenemos que trabajar mucho, nos queda un año de gobierno, tenemos que enfocarnos en el trabajo de todos los días y si hacemos las cosas bien, Macri va a ser reelecto. Tenemos que trabajar mucho, no para una elección, sino para demostrar a la gente que se puede cambiar.
P.: ¿La gente tiene conciencia de que las dificultades son fruto de la decadencia?
G.D.: Hay de todo. Hay gente que sí lo cree y otra que no. Hay gente que cree que el kirchnerismo soluciona todos sus problemas y hay otros que creen que muchos de sus problemas son consecuencia del kirchnerismo.
P.: ¿Por qué cree que a pesar de las denuncias de corrupción, hay gente que sigue creyendo en el kirchnerismo?
G.D.: Hay una relación emocional. El otro día una señora me decía “Cristina me dio la jubilación”. La lógica de la política era construir eso, yo te doy. Lo que hay que cambiar es esa lógica. No es que todo lo que hicieron estaba mal. Pero esas concesiones también se hicieron en lugar de construir cloacas o para tapar la corrupción. Hay un porcentaje enorme de la sociedad que tiene una mirada distinta sobre los valores, que generó un cambio y evitó que Daniel Scioli, que es una persona que está en las antítesis de nuestros valores, llegara al gobierno. Esto pasó porque hay un porcentaje enorme de argentinos que tienen una mirada distinta, que son millones pero que tienen una voz más silenciosa de los que tiran piedras.
P.: ¿Cómo transmite ese optimismo a una pyme que hoy tiene serios problemas, que tiene que pagar altas tasas y que encima no vende?
D.: Es lamentablemente la dificultad de este proceso. Yo tenía una pyme en el 95 y quebré por el efecto Tequila. Otro habrá quebrado en el 98 y otro en el 2001. Pero lo que le digo a la pyme es: aguantá porque esto va a mejorar. Pero lo importante es que estamos yendo a los temas estructurales, como que haya equilibrio fiscal y con consensos que evitarán que el déficit vuelva en el futuro.
P.: En la Argentina, en general los segundos mandatos no han sido buenos. Los gobiernos suelen cerrarse. Si volvieran a ganar, ¿qué antídotos tienen para que no pase esto?
G.D.: Es el manejo del poder. No es que porque volvés a ganar, te la crees. Como ganaste la reelección, tenes más poder y por lo tanto la tentación del poder es mayor. Pero es una situación no muy distinta al primer momento en la cual tenía más poder que antes y tenías que evitar los cantos de sirena.
P.: ¿Macri es una garantía en este sentido?
G.D.: Cien por cien. Porque es la mejor persona que conozco en la política argentina para que no lo atrape ese canto de sirenas. Macri es un tipo muy genuino. Vas a comer con él un asado, lo encontrás en una reunión de Gabinete y los ves en la tele y siempre va a decir lo mismo.
P.: ¿Y Macri cómo se lleva con el poder?
G.D.: Macri se lleva bien con el poder. Es un tipo que no se la cree. No cambió sus hábitos, sigue teniendo los mismos amigos. Mauricio no es una persona afectuosa, pero si es cálido en la relación, nunca lo escuché gritar y aun cuando se enoja, siempre mantiene su equilibrio. En general los desvíos del poder te llevan a la ira. La cultura que tenemos es esa mirada maquiavélica del poder, donde el poder es castigo, cuando en realidad el poder es servir y el mejor poder es el que te da la gente a la que vos servís, y esto no es sólo para la política. Pero, el poder es muy narcisista y cuanto más poder tenés, dejás de mirar al otro, te mirás a vos mismo y perdés el poder. Hay muchos síntomas para detectar esto: el que no pregunta y sólo habla o que es muy imperativo en lo que dice.
TARIFAS Y SUBSDIOS
P.: ¿En cuánto ya se redujo el subsidio estatal del transporte de colectivos y en trenes?
G.D.: A partir de la última actualización tarifaria anunciada lo que hacemos es acompañar la actualización de los costos que tuvo el sistema en el último tiempo. Los subsidios son en un 60% a los colectivos y un 90% a los trenes.
P.: ¿Este año puede haber algún aumento más de las tarifas de transporte?
G.D.: Esperamos no tener que hacer otra actualización tarifaria en 2019.
P.: ¿La idea es que el Estado este año deje de subsidiar al transporte?
G.D.: No. El transporte público es un bien en sí mismo, es la forma más democrática que existe para movilizarse y cuanto más se usa es mejor para el sistema en sí – el costo del sistema se divide en más personas y es mejor para el medio ambiente, por lo cual los subsidios van a continuar. Lo que sí creemos es que la tarifa debe acompañar la evolución de los costos del sistema, para que éste sea sostenible.
P.: ¿Qué servicios continuarán con subsidios y cuáles no?
G.D.: El subsidio va a continuar, lo que cambia a partir de este año es que el Estado Nacional se va a hacer cargo de los servicios que son de jurisdicción nacional es decir que conectan dos provincias mientras que las provincias y municipios quedarán a cargo de sus sistemas locales de transporte. Las provincias van a tener así total autonomía para definir su política tarifaria y de subsidios. Esta responsabilidad va acompañada de nuevos recursos: en 2019 las provincias van a recibir tres veces más recursos que lo que recibían en 2015; y generamos además un fondo transitorio de 6.500 millones de pesos que van a acompañar la transición de un sistema a otro de subsidios.
P.: ¿A cuánto entonces se incrementaría el costo del boleto, colectivo, subte, tren?
G.D.: En el Área Metropolitana de Buenos Aires, donde hay servicios de jurisdicción nacional, provincial y de CABA, decidimos una actualización escalonada en tres momentos distintos. El primer momento de la actualización fue el sábado 12 de enero.
P.: ¿A cuánto asciendo hoy el déficit de Aerolíneas?
G.D.: Cuando asumimos nos encontramos con una empresa en rojo, que recibió en promedio entre 2009 y 2015, u$s 678 millones por año en subsidio. En su pico máximo de subsidios, por cada boleto que vendía Aerolíneas Argentinas el Estado tenía que poner u$s 132. En 2018, bajamos ese número a u$s 15 por pasaje.
P.: Algunos sostienen que las low cost afectaran el negocio de AA y esto redundará en mayores subsidios ¿es cierto?
G.D.: Es falso y ya lo demostramos. En los últimos dos años se sumaron tres nuevas empresas y aun así con esa mayor competencia Aerolíneas Argentinas creció: hoy tiene casi un 30% más de pasajeros que en 2015, tiene 8 aviones nuevos más, tiene 20 rutas nuevas y tiene récords de puntualidad. Y lo hicimos logrando bajar el déficit: entre 2015 y 2018 bajo un 72% el subsidio por ticket de avión, pasando de 53 dólares por pasaje a 15 dólares por pasaje.
P.: ¿Qué rol ocupará Iguacel?
G.D.: Javier es una persona muy valorada en el espacio, hemos hablado las alternativas que hay para que vuelva al gobierno y él sabe que tiene las puertas del Ministerio abiertas.
P.: Dicen que nuevos proyectos de PPP están paralizadas, ¿es cierto?
G.D.: Lo que es cierto es que decidimos hacer un paréntesis antes de licitar nuevos proyectos de PPP, esperando que mejore el rendimiento de los bonos argentinos. Sin embargo seguimos trabajando para esos proyectos preparando todo el proceso. Tengamos en cuenta que las licitaciones PPP implican procesos largos; por ejemplo, los corredores viales licitados bajo ese formato para la construcción de la Red Federal de Autopistas y Rutas Seguras, son obras que están empezando ahora pero que se licitaron hace un año, por lo que el paréntesis decidido no afecta en lo más mínimo a la obra pública de 2019.
Fuente: c3m.com.ar