Algunos economistas plantean que en una eventual reforma fiscal que encare el Gobierno a la salida de la cuarentena, habría que aprovechar la oportunidad para “incentivar la inversión de las empresas” dándole más peso en la recaudación al Impuesto a las Ganancias que pagan las personas físicas y disminuyendo el que tributan las compañías.
De acuerdo con la base de datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la Argentina se ubica unos 5,5 puntos por debajo del promedio de la presión fiscal de las naciones de ese selecto grupo, medido como porcentaje del PBI. Mientras que en Argentina es de 28,8% en el promedio de la OCDE es 34,3%, según indican los datos de esa organización elaborados en 2018,
Sergio Chouza, economista de la Universidad de Avellaneda (UNDAV) sostuvo que “un debate que se tiene que dar en la Argentina es cómo generar un sistema que de incentivos a la inversión de las empresas”.“Creo que vamos a ir hacia un esquema en el que tenga más peso Ganancias sobre las personas y Bienes Personales”, consideró el economista, quien dijo que “hay que poner incentivos para que las empresas inviertan en vez de distribuir dividendos”.
Iván Cachanosky, economista de la Fundación Libertad y Progreso, señaló que una de las explicaciones de por qué en las naciones desarrolladas los impuestos al patrimonio o los ingresos generan más recursos tributarios tiene que ver con que “al haber más riqueza la alícuota genera más recaudación”. Pero por otro lado, señaló que “cuando hay un gasto público elevado que requiere de presión tributaria alta, es difícil administrarlo bien y en el caso de Argentina es estructural”.
Por su lado, el economista Iván Carrino advirtió que “en Argentina la informalidad económica es muy alta y por eso el peso de la recaudación recae sobre los que están en el sector formal”. El economista señaló que “en los países desarrolados la recaudación se explica por los impuestos que pagan los ingresos de las personas”. En ese sentido, indicó que “lo que se supone que está bien es bajarle impuestos a las empresas, como en Irlanda que es del 12%, y tener altos impuestos sobre las personas físicas”.
La característica que diferencia más claramente a las naciones desarrolladas de las que no lo son, es que sus estructuras de recaudación de impuestos están basadas en gravámenes a manifestaciones de riquezas o de flujos de ingresos de personas o empresas, antes que en los impuestos al consumo.
En Argentina los impuestos al consumo como el IVA, representan en 14,5% del PBI, mientras que los tributos como Ganancias y Bienes Personales equivalen a apenas el 5,1%, en tanto que la Seguridad Social se lleva el 6,3%. En la OCDE la proporción es del 11,1%, el 11,5% y 9,4% respectivamente.
En el caso de América Latina, Brasil es el país con mayor presión fiscal, de acuerdo con la OCDE, al representar el 33,1% de su PBI. Tiene una estructura recaudatoria parecida a la Argentina. Posee ingresos por tributos al consumo que equivalen al 14,6% de PBI, mientras que a las manifestaciones de riqueza importan 7,1%, y en la seguridad social 8,4%. En Uruguay, donde hubo gobiernos progresistas en los últimos 15 años, la relación es 29,9%, 11,5%, 7,7% y 7,6%. Por su lado, Chile, uno de los ejemplos de desarrollo económico para economistas liberales, la presión fiscal total es el 21,1%. De ello, 11,2% del PBI se explica por los impuestos al consumo y 7,5% a las Ganancias. El país trasandino solo recauda 1,5% de su PBI en Seguridad Social.
En Estados Unidos, la presión total es 24,3%, pero los impuestos al consumo, que allí están en cabeza de los estados, representan el 4,3% y los tributos a las riquezas aportan 11%, mientras que la Seguridad Social se lleva el 6,1%. Su vecino, Canadá tiene una presión de 33%, de los cuales 7,7% es impuestos al consumo, 16,1% Riquezas, y 4,6% Seguridad Social.
En Europa, con un tipo de capitalismo diferente al de Estados Unidos, donde hay una mayor participación del Estado en acción social, la presión fiscal es del 38,2%. Los tributos al consumo recaudan el 10% del PBI, mientras que las manifestaciones de riqueza aportan el 12,5% y la Seguridad Social, el 14,4%.
En tanto, en Japón, una de las potencias económicas de referencia de capitalismo de Asia, los impuestos dejan el equivalente al 31,4% del PBI. De ello, 6,2% son gravámenes al consumo y 10,1% a las Ganancias, mientras que el 12,5% es la seguridad social.