Francia bicampeón del mundo. Un equipo que expresó como ninguno la diversidad racial y cultural y que ahora tiene su lugar en el paraíso. Aseguró el ingreso al reino de los cielos para la posteridad. De nuevo cambió el curso de la historia. La propia y la de los mundiales. Porque con el triunfo por 4 a 2 ante Croacia volvió a caminar por la alfombra roja de la coronación mundial, como ya lo había hecho en el 98 de la mano del magistral Zidane y de su actual entrenador.# Qué decir de Didier Deschampos. Fue baluarte adentro de la cancha hace 20 años y esta vez condujo al equipo desde afuera con una sabiduría propia de un elegido. Ahora se entiende ese abrazo intenso y visceral que les dio a cada uno de sus jugadores antes de la entrega de la copa. El técnico y el equipo funcionan como siameses.
Conformaron una simbiosis que les permitió generar anticuerpos para afrontar todo y quedarse con todo. Este título mundial tiene la fuerza del corolario de un proceso que arrancó hace un par de años y que ni el subcampeonato en la Eurocopa organizada en su casa logró dinamitarlo. Los cimientos siempre estuvieron fuertes, homogéneos. Una copia a libro abierto de lo que ofreció el equipo en los siete partidos que disputó.
Francia no llegó a Rusia como un tapado ni con el perfil bajo de aquellos que esperan agazapados para dar el campanazo. Vino con la medalla de subcampeón europeo y con un equipo que insinuaba con ser una referencia colectiva. Pero se va del Mundial con la convicción de que marcará una época luego de este título. Con un grupo de jugadores de excepción al que seguramente se lo recordará por su estilo.
Hay un nuevo orden futbolístico y a la cabeza de todos se ubica Francia. La dimensión de esta conquista es tan inmensa que trasciende lo fugaz, lo momentáneo y el éxito circunstancial. Ganó el Mundial 2018 para instalarse, para romper moldes y marcar un rumbo. Es un desafío enorme el que le espera. Porque no son retos para indolentes ni inconformistas. Dos cualidades que Francia las cumple hasta el infinito.
Grandes nombres
Pasará el tiempo y se evocará a Mbappé, Griezmann, Kanté, Pogba, Varane, Umtiti, Pavard y así con todos los que hicieron la revolución francesa nada menos que en una tierra acostumbrada a este tipo de insubordinaciones.
Francia jugó un Mundial de excepción. Redondeó un campeonato ejemplar. Nunca fue puesta seriamente en riesgo, más allá de la estrechez del resultado contra Argentina en octavos y ante Bélgica en semifinales. Si algo supo fue dónde estuvo parada y por eso nunca se le movió el piso. Y eso que sus antecedentes en los mundiales invitaban a la desconfianza, porque había flaqueado en la final del 2006 ante Italia y también había coleccionado algún fracaso yéndose en la primera rueda.
Pero esta Francia también superó esos viejos traumas. Siguió creciendo y siempre estuvo dispuesta a demostrar cómo se imponía a rivales que la habían estudiado al detalle para desactivarla. Hasta Croacia armó una barricada para desconectarla y no lo consiguió.
Si algo demostró la final de ayer fue que Francia está en un nivel superior al resto. Ahora mirará a todos de arriba hacia abajo y con el auxilio de la consagración. Pero la verdad es que da gusto ver cómo un conjunto de talentos se comprometió con una idea madre. Nada desestabilizó a Francia en el Mundial.
Podrá decirse que ayer llegó al primer gol por obra de la providencia porque el que desvió la pelota en el primer gol fue el croata Mandzukic. También alguno de esos que siempre van en contra de la corriente se vestirá de abogado del diablo y preguntará ¿qué hubiera pasado si Pitana no consultaba el VAR y no sancionaba el penal que luego convirtió Griezmann? La respuesta se vio durante todo el Mundial. Francia hubiera encontrado algún resquicio para molerlo a palos a Croacia. Se hubiera burlado de esa cara curtida de los croatas hasta llenarla de magullones. Hasta el ambiente de lluvia torrencial y festejos debajo del agua le dieron el toque épico a la coronación francesa.
Salud, bicampeones del mundo. A descorchar champán por un equipo que realmente será referencia futbolística a partir de ahora. Francia no se quedó con la última palabra porque sencillamente nunca dejó de marcarle el pulso al Mundial. Desde que jugó el primer partido ya se supo que era el candidato para subirse al podio. Lo único que hizo fue cumplir con esa profecía. Si es cierto que Rusia 2018 fue el mejor Mundial de la historia, Francia no se quedó atrás con lo que ofreció. Esta Copa del Mundo también será eternamente recordada porque consagró a un campeón que marcará una época.
Pitana cumplió con las expectativas
El argentino Néstor Pitana tuvo un buen desempeño en la final. Aunque el técnico y los jugadores croatas lo cuestionaron por dar el penal después de observar detenidamente el VAR, su actuación cumplió con las expectativas y permitió ratificar que es uno de los mejores árbitros y por eso fue designado por la Fifa para este encuentro. El misionero sacó correctamente las amarillas y controló las acciones cerca de las jugadas.
Invasión en el minuto 52
El grupo punk ruso Pussy Riot, que protesta contra la represión del gobierno ruso, se atribuyó el ingreso de cuatro personas (vestían pantalón negro y camisa blanca, supuestamente antiguos uniformes policiales rusos) a la cancha, en una acción de protesta contra la violencia policial, a la que titularon: "La Policía entra en la cancha". Fueron sacadas de inmediato por las fuerzas de seguridad, aunque una alcanzó a saludar al francés Kylian Mbappé.
Fuente: c3m.com.ar